Tu verdad no, la verdad

Scritto il 14/03/2025
da Antonio Muñoz Molina

No se ha llegado a un acuerdo sobre una modesta evidencia aritmética: el número de los ancianos que murieron en las residencias de Madrid. La falta de respeto a los hechos concretos es tan grave como la falta de respeto a las víctimas.

Esta mañana, hacia las nueve, al salir de casa, he escuchado con toda claridad a un gorrión que piaba en la copa todavía sin hojas de una acacia. Si he podido escucharlo ha sido por la pausa breve en el tráfico que impone el semáforo en rojo de la esquina. Es la misma acacia en la que escuchaba a otro gorrión hace ahora cinco años, también invernal y desnuda entonces, en aquel marzo que se volvió tan lluvioso e inhóspito como este. El gorrión puede no ser el mismo, pero el silencio tan breve en el que he podido escucharlo me ha hecho revivir el otro silencio inmenso de esta misma calle en aquellos días, cuando todo era nuevo, extraño, amenazante, cuando vimos como en un sueño la transformación de las ciudades en espacios de soledad y silencio traspasados por alaridos de sirenas. En las grietas del asfalto y en los intersticios de las aceras crecía una vegetación vigorosa alimentada por la lluvia y fortalecida por la ausencia de pisadas y neumáticos. Detrás de las verjas cerradas del Retiro había un clamor de pájaros y una proliferación selvática por la que rondaban gatos cazadores asilvestrados como tigres. Fuera de la vista de todos, en habitaciones de residencias con el personal diezmado por la enfermedad, agonizaban y morían ancianos encharcados en sus propios residuos y agotando sus últimas fuerzas en débiles intentos de pedir ayuda.

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